Hijo de Tiburcio Gabilondo y de Emilia Soler, Francisco Gabilondo Soler se crio hasta 1928 en su ciudad natal Orizaba,
siendo esta ciudad típica de montaña, entre cerros, lluvia, bosques y
manantiales. Creció muy alto y era aficionado a aprender; así aprendió
todo lo que pudo, especialmente geografía, matemática, astronomía,
cuentos y música. Estos dos últimos los aprendió mejor, de modo que los
combinó en distintos tamaños y formas. Tanto se dedicó a eso que acabó
trabajando de compositor. La escuela lo aburría por lo que solo cursó
hasta el sexto grado de educación básica. Le gustaba leer las obras de Hans Christian Andersen, de Hauff, de Julio Verne y de Emilio Salgari.
Al terminar la primaria, continuó con una formación autodidacta,
abarcando temas de matemáticas, geografía, historia y literatura
universal. Tomó un curso de Linotipista en Nueva Orleáns y otro de
navegación por correspondencia desde Maryland, Estados Unidos, pero sus
grandes pasiones fueron la astronomía y, en especial, la música, por lo
que llegó a dominar el piano, instrumento que tocaba con muy buen gusto.
Gabilondo Soler era sin duda un hombre deportista y desempeñó
diferentes actividades durante su adolescencia y juventud, entre ellos
probó la natación, después el boxeo y por último, también intenta torear
y aunque no lo hacía mal, le molestaba tener que matar el toro por lo
que abandonó al poco tiempo esta afición, porque no se sentía a gusto
con el trato que se le daba a los animales. Decepcionado por ésta y
otras razones dentro del arte de la tauromaquia, comenzó a probar suerte
como músico y compositor.
Inició su carrera como compositor a finales de los años veinte, cuando aún vivía en su natal Orizaba. Compuso ritmos como tango, fox-trot y danzón, aunque desafortunadamente sus primeras obras se perdieron.
Llegó a la ciudad de México en 1928 en busca de cumplir su sueño de estudiar astronomía. Ingresó en 1928 al Observatorio Nacional como voluntario, pero lo dejó al poco tiempo por falta de recursos. En 1932 incursiona en la estación de radio XYZ con un programa humorístico y de crítica social, por el cual ganó el apodo de El Guasón del Teclado.
Posteriormente el Sr. Othón Vélez le da la oportunidad de presentar
canciones para niños. El 15 de octubre de 1934 inicia un nuevo programa
de 15 minutos -sin patrocinadores ni publicidad- en la XEW en el que narraba historias sobre animales y otros personajes. A sugerencia del mismo Sr. Vélez, adoptó el nombre de Cri-Cri, El Grillito Cantor. Las canciones que interpretó durante esa primera emisión fueron El Chorrito, Batallón de Plomo, Bombón I y El Ropero. El programa se mantuvo al aire durante 27 años, siendo su última emisión el 30 de julio de 1961. En 1963 se estrenó una película titulada Cri Cri el grillito cantor protagonizada por Ignacio López Tarso y Marga López,
sobre la vida de Francisco Gabilondo desde pequeño cuando vivía con su
abuela hasta sus últimos años en los que ya no hacía su programa. En la
película se interpretan diversas canciones escritas por él y también
incluye una secuencia animada por Walt Disney para la canción de Los Cochinitos Dormilones.